Cuando nos adentramos en alguno de los momentos que representan un cambio significativo a lo largo del año, es natural que revisemos algunos de nuestros hábitos y rutinas más arraigados.
Las etapas posteriores a eventos como el inicio de las vacaciones en septiembre, el cambio de año en enero, la llegada de la primavera en mayo, o fechas personales importantes como cumpleaños y aniversarios, ofrecen oportunidades ideales para explorar nuevos hábitos y buscar ese tan comentado «glow up» que tanto se menciona en las redes sociales.
La alimentación se posiciona como uno de los aspectos más comunes que intentamos mejorar. Mantener una dieta saludable, lamentablemente, no siempre resulta fácil, rápido ni económico.
La inversión de tiempo y dinero que implica cambiar nuestra dieta semanal, especialmente cuando no estamos acostumbrados a incluir una variedad de platos e ingredientes, puede parecer un desafío insuperable para muchas personas.
Para dar los primeros pasos, aquellos que no están familiarizados con una alimentación saludable suelen recurrir a la orientación de un nutricionista o dietista.
De la mano de un profesional de la nutrición, se pueden analizar los hábitos alimenticios y planificar la transición gradual hacia una dieta que se alinee con nuestros objetivos.
El pan integral ciertamente representa una opción más saludable que el pan blanco, pero en cualquier caso, no debemos dejarnos engañar por su apariencia o envase.
Para asegurarnos de estar consumiendo un pan integral de calidad, debemos revisar la etiqueta y confirmar que su primer ingrediente sea harina de trigo integral u otro cereal completo.