Niños huérfanos de masacre en Texas podrían ser repatriados

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Autoridades estadounidenses tienen un dilema en cuanto a qué hacer con dos de los niños que quedaron en estado de orfandad, luego del tiroteo de San Jacinto, Texas.

Los padres de ambos murieron después de ser asesinados por Francisco Oropesa, un ciudadano de origen mexicano que les disparó en el patio de su vivienda.

Sobre Oropesa hay una orden de captura y también se ha publicado que los funcionarios policiales estadounidenses tienen una recompensa de 80 mil dólares, para quienes ayuden a dar con el paradero del asesino.

El drama se vive en la comunidad del asesinato y más en el seno familiar de los niños que quedaron huérfanos, puesto que dos de ellos serán separados.

El argumento de las autoridades estadounidenses tiene que ver con el lugar de nacimiento de ambos, uno de ellos nació en ese país, mientras que el otro es hondureño por nacimiento.

Ellos son los hijos de Obdulia Julissa Molina Rivera y los niños en cuestión son un menor de 6 años (nacido en Honduras) y otro de 10 meses (nacido en EE. UU.), quienes podrían ser repatriados o puestos en adopción.

Molina Rivera también deja a dos niños más, pero estos viven en Honduras. Al igual que Molina Rivera, en la masacre murió su esposo Josué Cáceres.

Cáceres no tenía hijos en común con su pareja, y como una solución para la situación de los hermanitos, la madre del occiso se ofreció a ser tutora de ellos.

“Yo no soy nada de ellos, me decían abuela porque mi hijo los estaba criando, yo al niño grande (nacido en Honduras) lo agarro, pero necesito que alguien me dé la autorización”, dijo Ana Rivera.

Aseguró que no trata de quitarle los pequeños a sus consanguíneos, simplemente no quiere perder comunicación con ellos.

Es por eso que aceptó que cualquier pariente viaje mediante las asistencias brindadas por EE.UU. para que los menores sigan viviendo en aquel país.


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