Como si nada. Cuatro muertos y dos heridos es el resultado del atraco de unos desconocidos que comenzaron a disparar sin detenerse amenazando a los vecinos del barrio La Joya en Tegucigalpa.
Con este suceso se cuentan 11 masacres en lo que va del año con un saldo de 45 personas asesinadas, una cifra dantesca que las autoridades de seguridad quieren revertir.
Y lo más contradictorio del asunto es que el asesinato múltiple fue cerca de una posta policial en ese sector de la capital hondureña.
Dos de las víctimas murieron en el lugar de los hechos, uno de los hombres quedó tendido en el pavimento y el otro se encontró ensangrentado dentro de un coche.
Los otros dos ciudadanos asesinados expiraron en el Hospital Escuela donde los trasladaron de emergencia para su atención médica, pero no se pudo.
Mientras eso sucedía en el principal centro asistencial del país, los agentes policía nacional acordonaron la escena del crimen en busca de evidencias para iniciar una investigación que permita encontrar a los asesinos.
De manera preliminar se conoció que una de las personas asesinadas respondía al nombre de Jhon (31) y trabajaba como guardia de seguridad en un centro educativo de nivel medio.
En lo que va de 2023 han muerto medio centenar de personas en al menos una docena de crímenes múltiples, según cifras oficiales.
Las autoridades hondureñas atribuyen la violencia criminal en parte al crimen organizado, el narcotráfico y pandillas, conocidas como «maras».
Las pandillas «MS» (Mara Salvatrucha) y la «Barrio-18», son las más temibles y ambas mantienen una lucha por territorios que controlan en varias ciudades del país centroamericano, según las autoridades.
Honduras figura entre los países que tienen los índices de violencia más altos del mundo, sin vivir en guerra, con un promedio de entre diez y quince asesinatos al día, según organismos de derechos humanos.