Neymar presiona a Pavard durante el partido. (EFE/Mohammed Badra)
Los alemanes, que completaron un partido excepcional, toman ventaja frente a los parisinos.
Mbappé fue suplente y entró en la segunda parte, pero no cambió el guión del partido que tenía aroma de final.
A diferencia de estas, habrá que esperar varias semanas para saber quién es el vencedor de la contienda.
De momento, es el Bayern de Múnich quien lleva ventaja tras su victoria ante el PSG en el encuentro de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones (0-1).
Ningún entrenador se dejó nada en el banquillo. Aunque en el del PSG estuviera Kylian Mbappé, se debió a que el francés ha estado lesionado y no se ha recuperado del todo a tiempo.
Para suplir su ausencia, tanto Leo Messi como Neymar salieron desde el inicio.
El objetivo es claro: ganar la Champions. Son muchos años los que han pasado desde que llegó Al-Khelaifi. Y aún no ha conseguido el título que más desea.
El Bayern es un equipo temible en la competición, quizá el que más tras el Real Madrid.
Apenas habían transcurrido dos minutos de partido cuando Choupo-Moting realizó un disparo que rozó la escuadra izquierda de la portería de Donnarumma.
La posición de Neymar y Messi
Los alemanes asumieron desde el principio el protagonismo a través de la posesión, algo que no intimidó en absoluto a los franceses.
El PSG estaba cómodo en ese papel. Neymar y Messi esperaban para salir al contragolpe en cuanto pudieran.
Seguro que recordaron aquella etapa en el Barcelona, cuando junto a Luis Suárez formaron la delantera más temible de toda Europa.
Los espectadores vieron de nuevo a Sergio Ramos en un partido de alto nivel.
El español estuvo expeditivo en los primeros momentos del encuentro, cuando tuvo que intervenir para cortar varias internadas de Sané.
Parece que ya han quedado en el olvido las lesiones, porque el sevillano está en plena forma.
El Parque de los Príncipes realizó una tremenda pitada a su equipo cuando el Bayern monopolizó durante varios minutos la posesión.
El plan del PSG era esperar a los teutones, pero la idea no gustaba en absoluto a su afición.
Para colmo, Neymar y Messi estaban a 50 metros de la portería de Sommer. Así era imposible.
Las paradas de Donnarumma
El sufrimiento era esperable. La historia del Bayern, pentacampeón de Champions, no la tiene el PSG, por más que en su plantilla haya más calidad individual.
El pasado es algo que no se compra, por eso a los alemanes los temen en esta competición.
Ni hablemos ya del Madrid, que constantemente apela a ese gen para hacerse fuerte. Recuerden la temporada pasada.
La ocasión más clara del primer tiempo fue un remate de Kimmich que detuvo Donnarumma.
El PSG defendía con dos bloques de cuatro, sin que Neymar ni Messi ayudaran en tareas defensivas.
En el caso del argentino, fue retrasando su posición para entrar más en contacto con la pelota.
El paso por los vestuarios no cambió en absoluto el guion del encuentro.
El Bayern siguió dominando hasta que esa superioridad se tradujo en el marcador.
Coman adelantó a los alemanes tras un centro de Davies al segundo palo que empujó el francés. Se hacía justicia en el Parque de los Príncipes.
Galtier no tardó en mover el banquillo. Rápidamente, entraron Fabián y Mbappé para ver si el equipo era capaz de cambiarle la cara al encuentro.
Choupo-Moting tuvo dos ocasiones en apenas un minuto para aumentar la ventaja, pero ahí apareció Donnarumma, más salvador que nunca.
El PSG estuvo muy errático durante todo el encuentro. Mbappé, en una salida a la carrera, tuvo la ocasión más clara para los parisinos.
Ahí apareció Sommer para detener el remate con la cara y evitar el empate.
Ese fue el prólogo de un vendaval de oportunidades para los franceses.
Si quieren pasar a cuartos, tendrán que estar más finos en el partido de la vuelta. Todo está aún por decidir.
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